El proyecto
En 2010, con estos precedentes y la población ya resentida, se hizo pública la aprobación de la financiación para la ejecución del nuevo proyecto minero Conga, propiedad de Minera Yanacocha. En ese momento, las comunidades campesinas de la región iniciaron su lucha contra el nuevo proyecto. Según el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) pagado por Yanacocha, el proyecto Conga, con una vida útil de 19 años, planea la extracción de oro y cobre en una extensión de 9.945 hectáreas a 4.000 metros de altitud. El proyecto se ubica mayoritariamente dentro de los distritos de Sorochuco y Huasmín de la provincia de Celendín y en menor medida en el distrito de La Encañada, en la provincia de Cajamarca.
La ejecución del proyecto minero contempla el trasvase de agua de cuatro lagunas naturales (Mala, Chica, Azul y Perol) hacía cuatro reservorios artificiales. Se realizarían diversos tajos sobre las lagunas desecadas y en la Laguna Azul se depositaría la roca extraída, alterando de manera irreversible el sistema hídrico de la zona.
Consecuencias de la explotación
De esta forma, no únicamente desaparecerán las lagunas sino también los acuíferos y fuentes de agua superficiales en un área que va mucho más allá del área de explotación. Dada la conectividad entre humedales, que adicionalmente son cabeceras de varias cuencas, el agua residual contaminada procedente de la actividad minera (la minería del oro libera peligrosas sustancias químicas como mercurio o arsénico) llegará hasta los ríos de la Amazonía Adicionalmente, se vivirán episodios de desertificación que se traducirán en escasez de agua para riego y consumo humano. En total, el Proyecto Conga destruiría total o parcialmente cinco cabeceras de cuenca afectando también aguas abajo.
Además, como consecuencia de la actividad minera se ejecutarán expropiaciones de tierras. Estas expropiaciones, condenarán a una situación de pobreza y falta de recursos a las personas afectadas.
La Minera Yanacocha defiende el EIA, cuya aprobación está llena de irregularidades y afirma que los nuevos reservorios tendrían el triple de capacidad de las lagunas actuales a favor del consumo humano y las actividades agrícolas. No obstante, su implantación no responde a las necesidades a medio-largo plazo de la población, siendo el perjuicio que pueden aportar mucho mayor que los beneficios posibles.
La respuesta social: ¡Conga NO va!
La lucha social llevada a cabo por los campesinos, se basa en la organización de las comunidades mediante las “rondas campesinas” de protección en las zonas hidráulicas afectadas, así como en huelgas y marchas pacíficas bajo el grito de “¡Conga no va!”.
Las protestas más importantes tuvieron lugar en 2012, cuando tras diversos días de manifestaciones de las comunidades afectadas, el gobierno central de Ollanta Humala declaró hasta dos veces el estado de emergencia en las provincias cajamarquinas de Celendín, Hualgayoc y Cajamarca y la presencia del ejército y la policía armada se impuso en las calles. El resultado de estos enfrentamientos ha sido hasta el momento cinco muertos, entre ellos un menor, tiroteados por la policía y decenas de heridos. La población responsabiliza al gobierno de estas muertes y es que cabe destacar que Ollanta Humala ganó las elecciones en 2011 gracias en parte al apoyo del pueblo cajamarquino después de que en su campaña electoral afirmara su rechazo a la minería bajo el lema “el oro no se come”. En cambio, una vez en el poder, el presidente ha dado su apoyo a las empresas mineras intensificando así el dolor de la población de Cajamarca que se sienten traicionados, tratados de ignorantes y totalmente desprotegidos por parte del gobierno central.
Pero es justamente esta violencia y represión lo que da más fuerza a la población para luchar contra la destrucción de su entorno y contra la Minera Yanacocha y son diversos los movimientos sociales generadores de creatividad e intercambio que han nacido a raíz de la resistencia civil. Entre estos movimientos, la presencia de las mujeres es muy importante y cabe destacar, por ejemplo, la Marcha de las Mujeres en abril de 2012.
Gracias a la respuesta social, la mina Conga interrumpió su actividad en el verano de 2012 y a fecha de octubre de 2015, continúa interrumpida. Su población persiste unida en su lucha ya que está dispuesta a morir antes de ver secar sus bellas lagunas.